¿Confusión? Eso no es nada comparado con lo que tiene ella en su cabeza. Pero no sabes lo bonito que es su caos.
Se ve en sus ojos, la miras y ves que está desmontada, que hace un tiempo que se desmoronó y que es una luchadora. Porque, a pesar de haberse roto, intenta reconstruirse y que no notes que necesita un abrazo de aquellos tan fuertes que pueda unir todos sus pedacitos.
Pero no te lo dirá. Nunca te lo pedirá. No verás ni un resquicio de súplica en sus movimientos. Ella quiere que lo hagas porque quieres, no porque te sientas obligado.
Es pequeña, pero nunca la verás tan menuda como ella se siente. Tiene un corazón que no le cabe en el pecho, por eso nota un dolor punzante constantemente. He descubierto que su ansiedad, en realidad, es enamoramiento. ¿Cómo no se va a enamorar de sí misma?
Pues no lo consigue, no es capaz de ver la belleza de su complicada simpleza. La musicalidad de sus silencios. El atractivo de su pelo despeinado por el viento o de su media sonrisa, esa que se le dibuja justo antes de estallar a carcajadas. Lo bonito que es cuando sopla los dientes de león pidiendo un único deseo.
En su lista de reproducción están todas las canciones de Ed Sheeran, porque siente que a veces él le entiende mejor de lo que se entiende ella misma. Porque en sus letras encuentra los perfectos gritos de guerra que jamás será capaz de pronunciar. Porque consigue que mueva sus caderas mientras piensa en voz alta o mientras pide que le des amor como si quisieras ser amado.
Entre sus películas favoritas está Grease y se enamora de Sandy y Danny al son de Frankie Valli y pierde el control de toda su mente mientras imita a Sandra Dee, llora cada vez que Rizzo aparece en su pantalla vestida de lila y está perdida sin saber quién es o cómo debe ser. Eres todo lo que quiero lo lleva marcado a fuego en el corazón.
No hables de confusión hasta que la conozcas y veas el miedo que tiene de perderte en sus ojos.
¿Confusión? Eso no es nada comparado con lo que tiene ella en su cabeza. Pero no sabes lo bonito que es su caos.