miércoles, 5 de octubre de 2016

Cosquillas.

El bus va súper lleno pero yo me siento sola, medio vacía. Me faltas tú para que todo esto tenga sentido. Para hacerme sentir que si vivo es porque me siento viva, a tu lado; que todo por lo que lucho es por nuestro futuro perfecto, por todos los habremos hecho, habremos dicho, habremos estado, habremos sentido. Que más que a nada, que como nunca nadie, que cada día un poquito más, te amo.
No puedo seguir escuchando Love of Lesbian a las tantas de la madrugada mientras anhelo tu presencia recostada en el lado derecho de mi cama y las manos entrelazadas con las mías, tu poética respiración de profundamente dormido. 
La vela de mi habitación siempre está prendida para que no se amarre tu olor y luego te eche más de menos, para que no puedan surgir deseos en vano de escapar de estas cuatro paredes hasta tus brazos.
Las imágenes impregnadas en mis paredes solo me duelen, me duelen por saber que no puedo volver atrás y coger los momentos con las manos para acariciarlos hasta desgastarles la piel. 
Estoy a punto de entrar en el ensueño de saberte siempre a mi lado, aún después de haberme prometido que jamás volvería a tomar la existencia como algo no fugaz; aún después de decidir que el tiempo no es más que una convención, que ni nunca ni siempre. que ahora. 
El frío me está alcanzando y no estoy preparada para pasarlo si no es con un abrazo de por medio, si no vienes y me ahogas entre suspiros y brazos cruzados, tras mi espalda, rodeándome sin posibilidad a sentirme desprotegida.
Caeré cuando la Luna se coma el día y no quede mañana sin ti, sin escalofríos por la espalda, sin cosquillas por las entrañas, sin caricias por el corazón, sin miedos por existir.