Estallamos, que palabra más bonita, estallamos en llanto o a reír. Personalmente, prefiero lo segundo, aunque lo primero predomina mi vida.
Las risas son todas las tensiones acumuladas que quieren salir y lo hacen de la forma más exagerada en un momento inesperado. Las risas son contagiosas, preciosas y pueden ser el motivo para enamorarse de alguien. El momento en que se libera de su coraza y decide mostrarle al mundo como es su corazón de la forma más inocente y sincera que existe.
Hay quien decide reírse de la sociedad, siendo un crítico duro hacía las acciones que permanentemente realizamos, hacía las personas que le aman. Hay quien se ríe del amor, lo encuentra absurdo y un burdo cuento sin sentido porque ya le han roto el corazón demasiadas veces. Hay quien se ríe de la gente, seguramente porque un día se rieron de él. Hay quien decide reírse de las ocurrencias de algún loco que decidió hacer juegos de palabras para reír.
Por último, pero ni de lejos el menos importante, es el que aprende a reírse de si mismo. El que tras varias caídas reconoce que lo mejor que puede hacer es empezar a quererse sin olvidar que los defectos existen pero que son los que nos hacen únicos, diferentes, especiales.
Las risas son estallidos de felicidad, también. Felicidad porque algo ha salido bien o porque te encuentras con alguien en una estación a las afueras de la ciudad, alguien especial que llevabas tiempo sin ver.
La cuestión es que estallamos. Da igual si en cien o en mil pedazos.
Últimamente he visto más gente romperse que reconstruirse. Porque, qué fácil es desmoronarse y que difícil es enfrentar todo lo que nos viene de frente.
Bueno, es fácil romperse, lo que no sabe la gente es lo duro que es estar roto. Perderse entre las sombras cada noche intentando alcanzar un minuto de gloria, de tranquilidad total. Ver como todo tu mundo se derrumba, ver como gente que siempre estaba ya no está, ver como te etiquetan sin saber si quiera lo que pasa por tu cabeza.
La primera lágrima sale y el resto caen por inercia o desastre. Aturdida busco un faro al que agarrarme y encontrar algo en medio de mi caos. ¿Quién se supone que soy? ¿Quién debo ser? ¿Qué quiero ser?La cabeza se me llena de preguntas y cada vez me faltan más respuestas.
El dolor de pecho izquierdo se vuelve constante porque quiere un estallido, suele hacerme romper a llorar aunque alguna risa de vez en cuando hace que me enamore de nuevo de la vida.
Porque así es, vivo enamorada de la vida, de sus pequeños placeres y sus no tan pequeños arrebatos. De sus te doy un beso pero te quito tres abrazos.
Lo que tampoco se sabe es lo orgulloso que se puede estar de uno mismo al reconstruir las ruinas de una ciudad demolida y conquistada. Nadie llega a imaginarse lo que se disfruta de un pequeño instante de felicidad, de un estallido en carcajadas.
Solo me queda una cosa por decir: CÓRTAME LAS CUERDAS QUE ME HACEN SER MARIONETA DE LA SOCIEDAD.