martes, 23 de junio de 2020

Pasos de baile


La ventana quedó abierta. La puerta bien cerrada. Y el miedo enterrado. Se liberó de todo para volver a verse, volver a ser. Para volver a latir al ritmo de su corazón.

No había vuelta atrás. Aunque sintiera que había llegado al punto de no retorno, debía mirar, de vez en cuando, para observar sus pasos.

Levantó la vista y percibió los pájaros en el horizonte, el olor a mar que le envolvía y se dejó llevar.
Por primera vez en años las cadenas dejaron de apretar y se sintió libre. Libre de hacer lo que quisiera, lo que le dictara su lado más salvaje y menos racional.

Empezó por desnudarse y sentir el contacto con su propia piel, sin recovecos que escocieran, sin sentir quemazón de solo tocarla. Continuó vistiéndose de nuevo y empezando a danzar, sin más música que la de su cabeza, sin calzado, sin freno. Siguió por las llamadas que hacía tanto que debería haber hecho, dejando a cualquiera sin palabras. No iba a volver a sentir esas ataduras, las cuerdas debían desaparecer antes de volverse sogas. Otra vez.

Acabó saliendo por la ventana que había quedado abierta, sintiendo la arena bajo los pies y con una decisión tomada.

No dejar de correr ni volver a ese oscuro lugar.